Las redes sociales son una fuente de información muy valiosa. Facilitan información sobre nuestros gustos, aficiones, opiniones… pero mucho antes de que aparecieran las redes sociales, ya podíamos saber de los demás, gracias a los tendederos.
Y si no, fíjense en cualquiera de ellos. Sabemos si viven muchas o pocas personas, si hacen deporte, cuál es su estilo de ropa, si tienen hijos pequeños, si le gusta la lencería de un color u otro…
Algunos edificios, tienen ubicados los tendederos en la azotea, de esa forma evitan que la ropa tendida forme parte del decorado de la fachada. En otras comunidades, las zonas de tendederos están cubiertas con materiales que permiten el flujo de aire y a la misma vez evitan su visión desde la calle.
Pero como suele ocurrir con muchos otros aspectos de los edificios, en la mayoría de las comunidades estos detalles no se han cuidado y es habitual que al levantar la vista veamos ropa tendida. Al menos, sabemos que es ropa limpia.
Otro problema derivado de los tendederos de cuerda, es el ruido que producen al girar por las poleas. Es un ruido muy característico y singular, el que alguna vez lo haya oído lo recordará en seguida. Su efecto es casi inevitable, porque si las poleas se engrasan, ensucian las cuerdas y estás a su vez, manchan la ropa. La única solución es poner poleas nuevas, pero a corto plazo el ruido regresa.
Solucionar estos dos problemas, el visual y el auditivo, puede ser complejo.
Para el visual, la comunidad puede obligar a los propietarios a tender en una zona limitada para tal fin, aunque la solución definitiva es la de instalar paneles para impedir que se vea la ropa. Para el ruido, lo mejor es que entre todos pongamos de nuestra parte y evitemos por un lado, tender a ciertas horas (mediodía y por la noche) y por el otro, tirar de las cuerdas muy fuerte, para lograr minimizar el roce y por lo tanto el ruido.
Seguro que atendiendo a estas recomendaciones, todos viviremos mejor.