No existen dos comunidades iguales, a pesar de que los edificios sean idénticos y de que se gestionen exactamente igual. Incluso con las mismas contrataciones y obligaciones de pago, el gasto puede variar y por lo tanto la cantidad a abonar por vecino diferirá de los vecinos de la otra comunidad.
Para entenderlo, pongamos el ejemplo de dos comunidades iguales, ambas formadas por treinta inmuebles. En una de ellas viven todos los vecinos y hacen un uso continuado del suministro eléctrico y del servicio de ascensor. En la otra solo viven la mitad de los vecinos y suelen estar a lo largo del día fuera del edificio. El consumo y el uso de los servicios comunitarios es diferente en cada caso y por lo tanto el gasto y el desgaste ocasionado.
Hay servicios o gastos fijos y en los que ambos edificios contribuirán de igual manera. Es en los gastos variables, donde se aprecian las diferencias económicas y las que motivan una cuota mayor por parte de una de las comunidades.
Otros aspectos que influyen de manera considerable en el importe del recibo comunitario, son: el uso responsable de los servicios comunitarios por parte de los vecinos y la gestión de la comunidad por parte del administrador. En este último punto, es donde se demuestra el buen hacer de un administrador.
Administrar, lo hace cualquiera, pero hacerlo de forma rentable con los menores recursos posibles es más difícil. Y si no, que se lo digan a algunas familias que son capaces de llegar a final de mes con muy poco dinero.