La inversión en un administrador de fincas puede ser muy rentable si se sabe seleccionar la persona adecuada.
Sólo el 8% de las comunidades de vecinos cambian de administrador de fincas cada año. La falta de profesionalidad en el desempeño de sus labores y la incapacidad del administrador para solucionar eficazmente los problemas de los vecinos están detrás de la decisión del cambio.
Además de las funciones establecidas en la ley de propiedad horizontal, un buen administrador debe reunir los siguientes aspectos:
- Atender las necesidades, gestionar y resolver los problemas de la comunidad evitando molestar al presidente y al resto de los propietarios.
- Solucionar los problemas de la comunidad de forma inmediata, intentado dar respuesta a las necesidades de los propietarios a la mayor brevedad posible.
- Gestionar correctamente las cuentas y de manera transparente, presentando informes económicos periódicos, haciendo partícipes a los propietarios en la solicitud de presupuestos y presentando facturas de todo lo contratado.
- Administrar los fondos de la comunidad a través de una cuenta bancaria independiente a nombre de la comunidad.
- Optimizar el gasto de las comunidades, negociando las tarifas con los proveedores existentes en el mercado. Se estima que una buena gestión puede reducir los presupuestos comunitarios un 15%.
- Conseguir financiación y/o subvenciones para hacer frentes a las obras de remodelación o mejora de las comunidades.
- Gestionar el pago de las deudas de vecinos morosos. El administrador debe informar a la comunidad de los propietarios con recibos pendientes de pago y promover las soluciones para reclamar el abono de las cantidades adeudas.
- Visitar periódicamente las comunidades. Evaluando la actividad de los proveedores que prestan sus servicios y supervisando los trabajos de reparaciones y mejoras realizados en los edificios.